Marcelo López

Montaña

Pero tanta veces te lo he dicho

hasta el cansancio creo yo

¡despierta! ¡sal de ese nicho!

sí, soy yo.

 

Muévete hacia otro lado

tal vez,

a la montaña nevada

cuyos pinos guardan

una manta sagrada.

 

No serán solamente esos pinos

sino también el agua

los protectores

de tu alma blanda.

 

¡Sube!

¡baja!

 

Abre esa pequeña ventana

pues por ella entrará

un intenso rayo de sol

cubriéndote de calor

para despertar cada mañana

con una clara llamada:

hoy, se conquistará otra montaña.