Pero tanta veces te lo he dicho
hasta el cansancio creo yo
¡despierta! ¡sal de ese nicho!
sí, soy yo.
Muévete hacia otro lado
tal vez,
a la montaña nevada
cuyos pinos guardan
una manta sagrada.
No serán solamente esos pinos
sino también el agua
los protectores
de tu alma blanda.
¡Sube!
¡baja!
Abre esa pequeña ventana
pues por ella entrará
un intenso rayo de sol
cubriéndote de calor
para despertar cada mañana
con una clara llamada:
hoy, se conquistará otra montaña.