Qué más quieres,
te quiero.
Esmeralda, qué más quieres.
Soy yo, no me adivinas,
y quién sabe,
no lo sabes,
no he podido quitarte de mi mente,
eso te sorprende, ¿verdad?,
ahora algo peor:
Todos moriremos;
tú y yo,
yo primero,
luego tú
vives divina y suave,
pero tú no morirás,
te lo juro.
La poesía
jamás te perderá.