Francesco Alaniz

Abrazando la dualidad

¡Hay dualidad equidistante!

de deseos implacables,

de pensamientos inexplicables, 

de sentimientos asfixiantes,

y todo esta multidivera fusión

de enigmática bidimensión

coexistiendo y sobreviviendo

entre el espíritu y la pasión. 

 

¿En donde se refugia mi alma?,

huye por el contrario hacia donde el cuerpo le conduce,

resistiéndose a entrar en un infierno disfrazado de cielo,

\"cuanto sube cae\"

y si es mas elevada la altura, desciende mas violentamente,

tal como aterrizar luego del climax del placer,

en la que al caer, suele uno desconocerse así mismo.

 

Transitando en la disyuntiva,

desvinculado de la expectativa

y gobernado por la fantasía

que produce la adrenalina 

cuasi fuese esta medicina para la monotonía,

de días diluidos en agonías,

ensombrecidos los minutos,

apuntan hacia las horas de lo incierto.

 

¿Adonde pertenezco?

pues siento que soy un caos andante,

redundante e ingobernable,

indiferente y codependiente,

latigado in misericorde

por el yugo desgarrador de la culpa,

que condena y mutila los matices opuestos 

entre lo espiritual y lo carnal.

 

¿Hacia donde voy?

cada vez más apaleado,

ensamblado por la ignominia 

de un guión real e insólito,

con transeúntes yendo y viniendo

escenificando en el escenario de la cotidianidad

los episodios que enhebran 

las hojas en el pergamino de la vida.

 

Infalible la intuición,

como brújula que marca sin contradicción 

adonde si y adonde no,

y aún teniendo evidente dirección,

camino inspirado hacia la perdición,

y llegar a esa sensación de desilusión 

que me encraustra en la eterna prisión de la decepción,

abandonando a mi espíritu,

angustiando a mi alma,

y desgastando mi cuerpo.

 

Así transcurren mis días,

en un desierto que absorbe 

a mi espíritu y deshidrata mi alma,

buscando ese oasis de paz,

que pareciera estar cada vez mas lejos,

y entre espejismos de aguas vacías

desearía  morir el alma mía,

abandonando la osadía de querer continuar cada día.

 

Lo divino, es mas humano que divino, 

pues acá se encarna lo inexplicable 

y se entrelaza lo desafiante,

dando forma a lo deformado,

a esto que para trascender esta predestinado.

 

Por más cochambre,

por mas siniestros lugares,

por más puntuales personajes,

por mas intensa angustia,

no pierde el espíritu lo sagrado.