Iturrizaga

1000 Palabras para un Te Amo

Te miro a esos ojos, ojos del alba y de mi alma el farol, te miro y me pregunto, me pregunto en esa lengua silenciosa que solo mi mente entiende, te miro y te anhelo, me acerco a tus ojos con la brisa de mis parpados, y me topo con los tuyos, tan frondosos como esas selvas vírgenes por las que deambulamos sin mapa, sin conocer el camino, pero recorriéndolo de memoria…
Solo te miro, y me interrogo, si tu sentirás lo que siento yo, si tus manos se estremecerán como lo hace mi corazón, si tu pulso se trocara de mar egeo en bravío Caribdis al ver los besos nuestros acudir a los labios que tan pacientes los esperan…
Te miro, pero sin los ojos, te miro con las letras que deambulan por estas hojas, y te observo, hermosa y digna, opalescente e imponente, señora de mi alma y quilla del velero calmo de mis poemas, Killa e Isis, fundido concepto que a mi confundido arrebol le dan su tono tan dulce de bermellón. 
Te observo, y te veo Morena y principesca, tan angelical como tus pupilas y tan arrebatada como tu figura, tan sabia como tus milenarios ojos marrones y tan inocente con tu rostro de niña, tan amable con tus palabras que son fragancia de Chanel y tan fiera como el mar de tus cabellos que enriendan mis memorias y las enclavan a tu alrededor… 
Te observo, y eres en mi vida, tan mía como ajena, tan tuya como nuestra, tan bella como enigmática, tan cuerda en tus meditares y tan errática en tus suspiros, tan cielo como el manto cusqueño que nos cubre y tan terráquea como el suelo que le das a los pasos acompasados de nuestro camino, tan dulce eres mi bresca, tan heteróclita que te vuelves norma, tan divina que me vuelves humano, tan cercana te siento a pesar de la distancia que insiste en ser entre nuestras manos, tan pronta como el Enero y tan deseada como un Diciembre, tan tú, tan inefable que vuelves certeza lo incognoscible, tan cierta como el horizonte que en mi vida dibujas con el labial que fundes entre mis candentes besos.
Te observo, callado entre palabras del tiempo extraño, pequeño entre estos gigantescos robles de emociones, isla entre los continentes de las contingentes despedidas, solo entre estas personas mientras que mi alma se apersona entre tus brazos; en fin, te observo y solo sé algo, algo tan cierto como mi vida y tan duro como la distancia, solo sé dos palabras, pues este vate se ha olvidado el diccionario entre tus labios y tus caminos, te veo y solo se un “te amo”, y me amarro a eso con la convicción que solo mis vidas me otorgan, la certeza de amarte, amarte y ser arte, arte de tus iris, iris que irradian el arcoíris, arcoíris que me guia hasta la insular vereda que contonea la playa verde como tus caderas se deslizan entre mis manos, manos que te anhelan cuando solas andan entre las páginas y la pluma, pluma que se va con estos versos entre el beso de tus recuerdos, recuerdos que son polluelos de gallito de las rocas, rocas que encasquillan mis dedos entre tus ahogados sonidos, sonidos que irrumpen el silencio con la facilidad con que pintas de morado el cielo, cielo que solo tiene estrellas que solo saben extrañarte, extrañarte que es tan cotidiano como sufrido, sufrido es amarte a lo lejos y saberme a la distancia de tus besos, besos tristes de despedidas y besos calmos de nuestras ensoñadoras amanecidas, amanecidas entre los brazos nuestros que cuatro cuentan como cuatro son las estaciones para mi… Primavera de acostarme a tu lado, cuando veo al Otoño bailar mientras arranca de sus árboles las hojas del cuaderno y las semanas del año, y el Invierno que nos teje entre nieves el portal que refleja las piedras que lanza el Verano al río, rompiendo ese acuífero espejo que desliza el tiempo tan lento como equivocado al tratar de medir nuestros momentos….
Te amo, ¿Por qué?, tal vez solo porque sí, tal vez porque cuando solo volaba este colibrí, supiste acogerlo entre tus brazos y anidarlo con tus manos, tendidas en amistad, amistad de un “te quiero”, que luego se hizo gringo, al no atrevernos al español oficial de nuestra amistad, recurrimos como amantes que recurren a un hotel de carretera, al idiomático vaivén del británico en carrera, al susurrarnos “ILY”, de ese I Love You que encerraba tanto, tanto que ahogaba el idioma de nuestras madres… luego oficializamos la boda de nuestros besos en el altar de esta letra tan romance como romántica, un noviazgo en ciernes que se trocó en manos apretándose los días viernes al concertar para verse, para romper la distancia que separaba, para volverla aliada en lugar de enemistarnos con la naturaleza de nuestra relación, nos volvimos novios, y apenas rozamos ese concepto tan amplio con los dedos que agarraban juguetones el suelo del cielo, rozando entre nubes nuestros recuerdos y plantándolos con ese amor que de nuestros corazones sin querer brotó, entendernos antes de amarnos para saber que andábamos haciendo con nuestras vidas, conocernos con virtudes y defectos tan loables como ciertos, comprender nuestras diferencias para hacer voto de clemencia y sentarnos a la mesa a hablarnos sin comer para luego comernos sin hablar, ese terreno donde palabras sobran y falta el tiempo fatuo ante tanto sentimiento, tan hondo como tus ojos y tan prístino cual el atardecer de nuestros pausados ósculos que tornan el crepúsculo en ocaso, por si acaso el mundo sea tan travieso de jugar con nuestras horas y usar nuestras almas de capitanes de tan sutil navío en el mar tan disparejo de esta sociedad que es tanto el bien como el mal, nosotros en equilibrio perfecto para hallar nuestro compas y detenernos, solo un minuto, a pensar, así nomás, sin eufemismos, sin metáfora, en que es el amar, y como volvimos realidad nuestro sueño…

“1000 Palabras para un Te Amo” 2024
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