Salvador Galindo

Fariseos de la felicidad

Y cuanto más esencial lo quieres
más mundanal lo necesitas.

Es lo que los herejes de este tiempo

adoran y negocian
como imitando a la muerte,
como adictos a la gran máquina
de los resucitados.

Es aquello que lastima 
con esencias que hieden a recuerdos,
álbumes en sepia que matan a cualquiera...
a no ser que sea esta droga
la que permitió nuestra perversión
y siempre me desdoblo hacia ella
como un monigote ignorando
la compasión del Sol.

¿Es que solo sacrificamos el futuro por ella?
¿Es que solo vendemos nuestro tesoro a los cerdos de siempre?
¿Es que solo sacrificamos a nuestros ídolos por un poco
De esa sustancia nocturna, de ese dios sin garantía…

Para alcanzar la frontera de ese Sion clandestino

Hecho a imagen y semejanza de nuestros vicios?
¿Es que solo rasgamos la superficie de lo que deseamos
cuando mascamos la carne de nuestros sueños?
y todos esos intentos, esos poros de fantasía, en las calles anodinas

En las esquinas olvidadas, no son más que travesuras,

que sentidos mendicantes

después de la última noche del resto de nuestras vidas
más polvo que cuerpo
más fantasma que nervio
más muerte que vida.

Somos los fariseos de la felicidad.