Esa espiral.
Esa racha de viento
que arremolina
trepidantes hélices
de
bastos llantos de dolor
y
viscerales gemidos de placer;
sopla y se van.
La corriente sigue serpenteando
entre
un arisco torbellino
de
deseos incumplidos
y
frustraciones foráneas,
todavía por cometer.
Una manga
de oportunidades,
en cadena,
de sabor a mermelada,
para gozarlas
con cubiertos de plata,
cuando el tiempo
las prepare en la mesa.
Una tolvanera
de impulsos
añejos,
enmascarados,
rehabilitados,
jugosos
y
los del porvenir,
dando agudas punzadas
en son de ser sorprendidos.
Esa espiral sigue girando.
José Ángel Castro Nogales
© Derechos de autor reservados
18/11/2024