leo albanell

SENTENCIADO

Me sentenciaron en nombre de su luna barnizada y sin refugio, con crateres de ceniza y sin alma en su interior. Cubrieron todos mis caminos de señales y quebraron todos los espejos.

 

Las piletas sulfuraban sus burbujas mientras yo contaba en el trampolìn para saltar. Y ustedes con el cronometro en la mano esperando mi clavado ansiosamente.

 

Cuando las calles pierden su nombre, ya no hay razòn para buscar un gps. Todo esta tan claro, en carne viva y la sangre y el pavimento y las luces del vecindario se deshacen como mancha que navega sin asilo por las cornizas y los techos, por los sotanos mugrientos y los soles muribundos de veladores de pensiòn.

 

Cuando no hay tren que te lleve, ni hotel que te albergue, ni remedio en la farmacia, ni droga que te alcance, te ves las venas azules y el corazòn en un costado tratando de latir. Las anguilas se deslizan en pantanos solitarias pero yo no puedo, me sigue perforando el fantasmar.

 

Pero ok, si de eso se trata me deslizare sobre cada piedra aunque vomite barro y se me sequen las manos de tanto arañar