Ivette Urroz

Roma en la Claridad Virginal

En la luminosidad arrojada de un cariñoso panda

que reina sutil en el universo de la ternura,

anegas tu esfinge blanquecina en una

transformación perpetua, blanco y negro,

selvático y lunar,

como en un saludo donde puede un yo comulgar,

con una corneta falcada no hay manera de fallar.

Suspiro cibernético, famoso y familiar de azul

pendón, que rueda sobre la geofagia de nereidas

invencibles que cantan a la robótica pleamar.

Son mías las marejadas en acecho sinfonista,

que miden su ritmo ruborizado con tu lengua sensorial;

asechanza de mareas mareadas al azar, disputan mi razón.

Cuerpos frívolos de metal trastornados, que en otra

dimensión se apretujan en las playas cascarrabias del sueño.

En mi plexo solar nace tu poesía carcomida por comejenes:

Roma romana del rango quimérico se disuelve en alquimia

de amor.

Roma asoma, olvidada de sepultura, en llanura aparece.

Roma en tinta rueda en rodaje salvaje.

Roma de claridad virginal al lado de paraíso terrenal.

Ivette Mendoza Fajardo