Otra vez me estremece el viejo árbol del amor
los estadios solemnes del alma
con ramas firmes y raíces profundas.
Después de haber sentido todas las caricias de los vientos
sin quebrarme ante la furia de tormentas.
El añejo vino se bebe hoy despacio
Se cata un eco dulce de un cálido sorbo
y mi vida se detiene en tu huella,
se marca el instante,
sin prisa, sin fuego.
Ahora es llama constante,
risa compartida sin arrugas.
cada línea es testimonio de historias vividas,
cicatrices no heridas,
mapas de un camino recorrido juntos y por separado.
El amor maduro es río sereno,
que no compite con la fuerza de las cataratas,
encuentra su cauce en el reflejo de los árboles y el cielo,
curso pausado que sin aliento nos deja.
Confieso que me pierdo en sus túneles
y me reencuentro en las rotondas de tu cimbreante figura.
quizá nunca deje de amarte antes de morir
o debo decir, te amaré hasta el fin de mis días.
Aciagos cruces del destino ya se marchan
perfume de flores, atardeceres,
el final, la muerte.
Gritar no necesita para hacerlo eterno.
Es abrazo al final de un día,
las palabras ya no son necesarias,
porque el silencio se ha vuelto idioma compartido.
Reclamo de la oscuridad
la luz de tu sonrisa
y del tiempo,
los pasos sin prisa.
Amar a esta edad es sembrar certezas
donde antes crecían dudas,
entender que no hay perfección
hay entrega y eso basta.
Construimos un hogar en la mirada del otro,
un lugar donde las manos se encuentran
y las sombras del pasado no pesan,
solo acompañan como viejos amigos.
Juntos veremos caer las hojas del otoño
y aunque llegue el invierno sobre nuestras mustias testas,
la primavera dentro siempre estará viva.
En la paciencia del tiempo
donde no corren las horas. Los minutos del hoy caminan al lado.
El amor maduro no es menos intenso,
solo brilla con más profundidad,
como una estrella que guía en la noche,
fiel, constante, inmutable..
Es la suma de dos vidas que se encuentran,
no se complementan, se comparten
y en ese compartir descubren
que el verdadero amor no conoce edad,
solo la infinita capacidad de renacer.
Justo Aldu
Panameño
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