Jorge Izquierdo

SE PARA DOS

 

SE PARA DOS

 

Ni kilómetros ni millas;

ni  cien, ni mil, 

ni diez mil que hubieran sido,

consiguieron separarnos.

Tampoco el tiempo ha podido 

por más que pasaron los años.

La rutina no era más 

que una ruta diminuta

que seguíamos a ratos.

En el caso del fracaso,

si la asfixiante pobreza 

se colaba por la puerta,

respirábamos amor

con las ventanas abiertas. 

Y en los tiempos de bonanza

nos cubrimos las espaldas 

con la seda de un gusano.

 

 

Pero hoy…  ¡Ay, hoy!

Estás a mi lado a menos de un metro

y entre nosotros se ha hecho el silencio. 

Tan cerca, tan lejos, 

tan grande el vacío que siento por dentro. 

Inmenso el abismo que nos separa,

en este momento…  

                         a menos de un metro. 

Esta relación espacio - tiempo, 

se escapa veloz por el sumidero.

No puedo, no quiero, sé que no debo

ungir con mi orgullo este desencuentro.

Más cómo templar el férreo silencio 

si sólo pensar que te estoy perdiendo,

me aprieta feroz el nudo en la voz.

                            Me quita el valor.

Si es que algo valgo, a ti te lo debo;

sin tu presencia, desaparezco.

 

Silencio, silencio…

Silencio es la nada, la llama apagada,

el aliento frío de la indiferencia.

Un grito callado que clama tu ausencia.

Silencio es la culpa que nunca se calla.

Silencio es distancia, 

es tiempo perdido que infecta la herida.

 

Solo pido resonar, vibrar en tu oído,

que el eco sincero de mi oda sentida

alcance a sanar este sinsentido.

 

                 LUJITAR   (20-7-24)