lo vi bajar de la escalera en cámara lenta.
Nuestras miradas se unieron, y mi corazón saltó de emoción.
Sonreímos al unísono, y me sentí perdidamente enamorada.
Instantáneamente lo deseé, deseé repetir el camino de su piel.
Deseé ser suya de nuevo, ser atrapada por sus besos
que me llevaban a lo más profundo del élixir.
Las demás personas desaparecen cuando lo veo,
como si el mundo se detuviera en su mirada.
Siento que mi pecho arde, una hoguera a la espera
de ser encendida por su presencia.
En ese momento, nada existe más que nosotros,
el tiempo se detiene, y el espacio se reduce.
Su cercanía es oxígeno para mi alma,
su sonrisa, el sol que ilumina mi camino.