Debemos vernos más
y agasajarnos, porque no estamos solos.
Es que la compañía, tiene la forma
de un sutil lamento.
Miremos más el cielo todos los días,
porque la vida se parece
a las mariposas monarca,
que se van, pero no vuelven.
Si nos perdemos,
nos encontramos nuevamente
y nos regocijamos.
Seamos más compasivos
y cuidemos lo que nos decimos,
porque la vida es un sol inclemente
quemando corazones
y ardiendo entre
columnas rotas.