Ricardo Castillo.

Alalba

«Si esto es la vida, Dios,
si éste es tu obsequio,
te doy las gracias —gracias— y te digo:
Guárdalo para ti y para tus ángeles…»
AG

En el aniversario de mi nacimiento: \"Alalba\".

1
Ha dejado de interesarme
todo horizonte que acaba con el paisaje,
todo destino que no se deja abrazar.

2
Estoy en llamas,
y sólo voy dejando cenizas
en este viento.

3
Polvo de mí en los rincones
que no volverán a juntarse.
Pero recuerda:
«Aquí estuve latiendo
y exhalando humo.
Tal día…»

4
¿Armarme con los residuos,
a riesgo de quedar incompleto?
¡Esa es tarea de un Dios!
No la de un simple mortal
que contentadizo se quema
en su propio fuego.

5
Me he deshecho de los relojes,
y ya no sé contar el paso de las horas.

6
Soy cautivo
de un caos de palabras,
y sobrados fracasos que nadie quiere recoger.
Cuando los arrojo a la calle,
alguien amable los recoge
y me los devuelve.

7
Yo soy
el mozuelo de antaño
que decía estos versos:
«Rastro de polvo sin nombre,
ciencia y filosofía,
horror que abraza el sosiego,
relámpago engullido en la noche,
días marchitos y flores de otoño.
Viejo marinero
sin mar ni barca,
condenado a la tierra,
al látigo del reloj
y al naufragio del sueño.»
Entonces me invadía
la pesadumbre de un viejo
sin saber que era yo
quien me miraba.

8
La gente cree que
compartimos la misma esperanza:
«Debes ser justo,
para vivir eternamente
en el cielo y ver a Dios», me dicen.
— ¿Cuándo he sido injusto?
¿O acaso he querido alargar mi pena?
— ¡No quiero salvarme!
— Gánense ustedes el cielo
que tanto los tortura.
— Les grito.

9
Sé que no soy libre.
Nunca lo he sido:
Trágicamente,
nada sé.

10
Sólo tengo estas líneas
mal versadas,
donde mi espíritu se encarna
y sufre.

11
¿Recuerdas el año 1979?
Nací en una noche de su penúltimo mes.
Leí las crónicas de aquel día,
pero hoy son sólo olvidos,
como yo.

12
Mientras camino esta cinta de Moebius
en la hora de mi nacimiento,
déjenme creer
que se salvará del olvido
un verso de mis versos.

13
Embriagado de alcoholes interiores,
busco escribir ese verso anhelado.
Y si ya nació,
¡ay, qué tristeza
que no me satisface!

14
¡Ah, la guerra!
¡Ay, qué profunda tristeza!
Me han cortado la lengua
y me obligan a contemplar su antítesis
en la fría pantalla del televisor.
Ya los hombres no mueren de amor,
sino de miedo y balas de fusil.
¡Qué gran fracaso celebro hoy!

15
Mejor te pienso, amor,
mejor te pienso.

16
No te mires en mi espejo,
no descubras
mi tardía comprensión
y mi pronta decepción.

17
Con un verso de Whitman,
«Me celebro y me canto a mí mismo»,
y la canción del espacio
del divino Cortés,
«Y pensar que todavía creamos
que es más grande o más
útil la paz mundial que la paz
de un solo salvaje…».
Yo,
me celebro
y cuestiono lo fútil
e inalcanzable.

18
No es sencillo ser hombre
cuando el poema reclama su voz.
¿Aún preguntas si soy feliz?

19
Vuelve, amor, vuelve.
Devuélveme la esperanza
en tu regreso,
porque yo siempre dudo
y estoy cansado de dudar;

20
Regresa a esta mañana marchita,
que aún guarda nostalgias y sueños.
Quédate en mí,
donde se parte el horizonte
con una navaja
para poder tocarte.

21
Yo soy el poeta que tejió
los versos más feos y oscuros,
el que los quemó en su patio
y juró que nunca más escribiría.
¡Heme aquí, buscando sus restos (mis restos)
entre las cenizas!

22
Soy el que se destruye a diario,
con voz susurrante y sonrisa afable,
y que aúlla con los perros
bajo la luna rota.

23
Nunca fui la promesa del mañana
que esperaban que fuera
(la persona futura
que siempre decepciona).
Siempre he sido
lo que ahora soy,
pero me faltaban palabras para nombrarlo
(y sé que seguirán faltando).
Compréndeme en este intento.

24
Todo se desvanecerá:
la carne se marchitará como la flor de avispa,
la noche se apagará al alba,
la lluvia se silenciará en los tejados.
Pero mi espíritu siempre será
el fuego eterno.

25
Si estas palabras hallan eco en ti,
quiero que sepas amor que te busco
como busco mi verso,
pero sabiendo que él me busca a mí...
¿acaso me buscas tú?

26
Lo que digo hoy,
lo dije siempre,
desde mi primera juventud,
antes que Adán me heredara su culpa.
¿Para qué quiero el futuro,
si ya lo conozco?
¡Si lo cargo en la memoria de mi génesis!

27
¡Allons, hermano mío!
Cuando la vida sea un sueño
y todo humo,
tocaré tu puerta
y te abrazaré
hasta ser uno.

28
Pero hoy,
por ti,
tomaré vino y comeré pan.
Leeré estos versos
y por fin, me veré al espejo.