Aquella noche navegaba una barquilla de luna en el mar de cielo y se orientaba gracias a la luz del faro de venus para llegar a su destino.
Aquella noche se juntaron nuestras bocas y nuestras miradas cruzadas se decían, por fin encontré el amor, te quiero. Pude tocar sus pechos, nos abrazábamos con desesperación y solo la prisa se hacía cargo de aquel descubrimiento de nuestro amor. No sabíamos que hacer primero y sin saber, todo era nuevo.