En la senda de la fe, los pasos resuenan,
con eco de antaño, en el alma se afianzan.
Los fieles caminan, con Cristo a la vanguardia,
sabiendo que pruebas, como olas, avanzan.
Como Pablo en cadenas, por la verdad aprisionado,
enfrentó la traición, el abandono, lado a lado.
Más su espíritu indomable, por el amor fue guiado,
y en la historia su legado, como luz ha quedado.
No desmayemos, pues, ante la adversidad,
ni ante las falsedades que puedan sembrar.
La lealtad es escudo, la verdad, espada,
y en la unión con los hermanos, la fuerza está anclada.
Que no nos quebrante la astucia del adversario,
ni nos haga temblar su ataque imaginario.
Firmes en la fe, con esperanza vestidos,
apoyemos a quienes, por la causa, han sido elegidos.
Porque en la lucha espiritual, no estamos solos,
contamos con hermanos, con lazos no holgados.
Y aunque la persecución, como sombra, nos siga,
la luz de Cristo Jesús, en el camino nos liga.
Sigamos adelante, con paso decidido,
con los ojos en la meta, el corazón ungido.
Que la devoción sea la marca de nuestro ser,
y en la unión con Jehová, siempre perseverar.
Porque aquellos que en la verdad se mantienen firmes,
aunque el mundo en contra se alce y se encierne,
serán como estrellas, en la noche brillando,
con la esperanza de un nuevo día, al alba esperando.