Raiza N. Jiménez E.

El Panteón.-

Con mármol de Makrana, se hizo el aposento.

Resaltaba el color original de la bella piedra.

Ese era el trono de la, princesa, lo presiento.

Adornaba, aquel jardín, alejado de la hiedra.

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Fue hecho, para Ella, con signo de lo inmortal.

Con la idea de lo eterno, se creó esa maravilla.

No podía ser menos, ya que, Ella sí era mortal.

Su último deseo fue, volver a su amada Sevilla.

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Nadie se sentía bendecido, con ese pedimento.

La Reina Madre, mascullaba y ocultaba su rabia.

Cuando Ella la conoció tuvo ese presentimiento.

Recordaba que, su hijo la convenció, con su labia.

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¡Ante lo real, se fue a rezar, muy triste y convencida.

De mucho se culpó y, ahora, es Ella, una Madre herida!