Ely.M.

Todo va normal


He vuelto a verme al espejo,
todo parece ir con normalidad.
El cambio no se detiene sigue, presuroso como niño en navidad.
La piel deja de ser suave y poco a poco se ven las surcos.
El cabello deja ver el blanquecino de unas cuantas canas que nacen de apoco.
El silencio se ha hecho más grande a mi alrededor pero dentro mío aún hay algo gritando, tembloroso y ansioso.
Quizá sea ésa niña que aún no ha encontrado con que volver a sonreír.
En ese espejo solo veo un reflejo que ha perdido de apoco la sonrisa, es un ser distante, distraído.
Está concentrado en ese juego de sobrevivir al que está expuesto. No tiene tiempo para bobadas infantiles como buscarle la forma a una nube o jugar con la lluvia cuando cae.
Todo siempre es perdida de tiempo.
A veces cuestiones de mala suerte y osa culpar al clima.
No es que esté molesto con el mundo. Solo que permanece observando porque teme volver a equivocarse y a ser juzgado nuevamente.
No necesariamente alguien lo apuntará con el dedo, se tiene a él mismo para darse de latigazos por las faltas. Cree que le falta algo y aún dando lo mejor parece que ni eso es suficiente. Antes de saber cuánto sabe ahora, todo parecía tan fácil, elegir y fallar o elegir y acertar. Ahora sabe que no elegir es una opción. Y a veces, ahí mismo se queda, inmóvil, atónito, le abruma todo cuánto pasa afuera, pero adentro es un caos.
Solo trata con ésa cara de engañarse así mismo y a los espectadores de que siempre sabe lo que hace. Aunque sabe que está tan perdido como todos.
Este laberinto llamado vida es tan complicado a veces que parece no tener sentido y las acciones no parecen llevarnos a ninguna parte. Vamos a llegar a la salida solos al final de cuenta, con un poco o mucho saber, con mucho o poco entender.
A veces sin aceptar lo que tocó vivir.