Me miraste con tus ojos
Con aquellos ojos que dieron vida a mi vida
Que con luz intentaron, aunque sea un poquito, inundar de brillo mi oscuro salón
Y pronunciaste palabras que ya habían sido dichas, con similares ojos,
En éste mismo salón,
Con similares intensidades pero
No con el mismo receptor
No conmigo sino con él
Y se me colmaron los ojos de lágrimas
Las cuales nunca solté
Y se me colmó el alma de dolores
Los cuales nunca demostré
Y pude ver que ella no eras tú
Y pude notar que yo no era él.
Tal entusiasmada pregunta fue
-se acerca tu cumpleaños! ¿Que harás?
Quizás debí también esconder mi dolor resaltante en la respuesta...
-nada, no me gusta celebrarlo... Tal vez me embriague en solitaria compañía, esa que abraza y arde en recuerdos, y escuche canciones que me lleven a donde desearía estar.
-dónde es eso si no es conmigo? -me respondiste dolida...
-dentro de mí - te respondí
Tan dentro de mí que pueda, por un instante olvidarme de todo lo que me daña y,
tal vez,
pueda discernir que falta menos para mi muerte anunciada,
Con un cigarro en la boca y un vino en la mano,
Vino que cura y adormece,
Tan solo espero que mi alma y mi mente,
y no solo mi cobardía.