Se abre mi sótano, se abre mi mente cual boca
que absorbe todo cuanto no puede explicar
y todo cuanto puede regurgitar
en forma de soliloquio o discurso esotérico,
ese que se diluye en la cloaca de los valores
que curiosamente son sembrados
para los guardianes de la palabra
esa que se fastidia simplemente
al saberse dirigida a ninguna parte
como una mueca que se pierde en el tumulto
una que otra figura apegada los rincones
para no morir pronto de hastío.
Es así que proyecto mis perversiones
pequeños demonios que me ayudan a despertar
entre sueños e imágenes demasiado puras
carentes de su fuego originario.
Inconcluso, mal formado, cimentado en pétreas falacias
Asfixiado tras el polvo nocturno
No doy motivo a la pasión ni a la retórica
escondido al interior de lo hermético de uno mismo
rasgo su piel inocente para no darme a conocer
detengo su corazón hasta la médula
para impedir el diluvio del mundo
Bajo el vientre que lo pare
Ya nada detiene su avance
Pienso en su imagen funeraria
Y deliro sobre el infierno interno.