Salvador Galindo

Cadáver exquisito

Quisiera decir que mi mente es una gran boca

que absorbe todo cuanto no puede explicar

y todo cuanto puede regurgitar

en forma de soliloquio o discurso esotérico,

ese que se diluye en la cloaca de los valores

que curiosamente son sembrados

para los guardianes de la palabra

que se fastidia simplemente

al saberse dirigida a ninguna parte

como una mueca que se pierde en el tumulto

una que otra figura apegada los rincones

para no morir pronto de hastío.

Es así que proyecto todas mis perversiones

pequeños demonios que me ayudan a despertar

entre sueños e imágenes demasiado puras

carentes de su fuego originario.

Inconcluso, mal formado, cimentado en pétreas falacias

Asfixiado tras el polvo nocturno

No doy motivo a la pasión ni a la retórica

escondido al interior de lo más hermético de uno mismo

rasgo su piel inocente para no darme a conocer

detengo su corazón hasta la médula

para impedir el diluvio del mundo

Bajo el vientre que lo pare

Ya nada detiene su avance

Pienso en su imagen funeraria

Y deliro sobre el infierno interno.