Susurro de hojas,
la brisa juega entre silencios,
como dedos invisibles
que rozan cuerdas de un laúd lejano.
La luz se deshace en reflejos,
un río claro en sus pupilas,
y en el aire,
el petricor de tierra mojada,
un verso escondido en la lluvia.
Cerca, la risa vibra,
campanillas que despiertan al eco,
y las miradas,
pétalos abiertos al viento,
se cruzan, se buscan,
sin rozar jamás.
Un paso,
la llovizna borda diamantes en sus hombros.
Otro paso,
las sombras juegan a dibujar un abrazo
sin trazos claros, sin líneas.
Al fondo,
un murmullo de cuerdas,
la música parece detener al mundo.
La noche se despliega,
una cúpula añil descubre las dudas.
Y ahí,
en el borde del instante,
el tiempo se queda callado.
Un resplandor en el aire,
y el hilo tenso de lo inevitable.
A.B.A. © 204
Amalia Beatriz Arzac
Buenos Aires – Argentina
Imagen: El Abrazo -1907-1908
Gustav Klimt