JavierManjarres

El carnicero

Un cuchillo afilado basta

para delinear el corte de mis sueños

y así separarlos de mí.

 

Una libra de corazón

haría falta para completar

el plato favorito

de quien nunca me amó.

 

Un costillar entero,

con cartílagos incluidos,

no bastaría para suspirar

lo que duelen las noches.

 

¿Quién es el carnicero?

Quisiera felicitarlo.

Ha perfilado bien las carnes,

el peso es el adecuado

para seguir viviendo

y muriendo al mismo tiempo.

 

No, ya no quiero vísceras.

Me he hastiado de ellas.

Después de todo,

en ellas se concentró el recuerdo

de lo que no pudo ser,

y me desgarró al partir.

 

Uno debe reconocer

cuándo queda

con la suficiente esperanza

para ir al doctor

y tratar de prolongar la vida,

o cuándo ir al carnicero

y convivir con la tortura

del despedazamiento.