Cuando la gran tormenta pase
y de apoco se arreglen los caminos
nos consideraremos sobrevivientes
de un simple naufragio del destino.
El corazón calmara sus sollozos
nos sentiremos de la vida bendecidos
volveremos de apoco a ser dichosos
al sentir que aún estamos vivos.
Y nos atreveremos a darle un abrazo
en algún lugar quiza a un desconocido
y siempre alabaremos la suerte
de haber conseguido un nuevo amigo.
Y quizá en ese momento recordaremos
todo aquello que en la vida perdimos
y de esa dura lección aprenderemos
todo lo que nunca juntos aprendimos.
En nuestro corazón ya no habrá envidia
porque ya fue purgado con lo sufrido.
en nosotros habrá desaparecido la desidia
ahora distantes seremos más compasivos.
Cuando llegue el día en que la tormenta pase
de rodillas rezaremos a Dios muy apenados,
por no habernos esforzado a ser mejores,
y juntos lograr lo que habíamos soñado.
EL ERMITAÑO SOÑADOR