El Corbán

EL DISCÍPULO DEL AMOR

De tu esencia, mi amada, soy eterno aprendiz,

pues en tu dulzura encuentro el más puro matiz.

Tu fortaleza indómita, que no se doblega,

es llama que al alma cansada despliega.

 

¡Oh, maestra de entrega! Tu arte supremo,

cada día me conquistas, y en ello me quemo.

Con tu risa que danza entre nubes de gloria,

me enseñas que amar es más que una historia.

 

Condúceme, amor, por senderos de gozo,

enséñame el arte de ser generoso.

Que tu mano me guíe, paciente, sincera,

a cumplir mis promesas con el alma entera.

 

Deja que aprenda a ser feliz sin envidia,

a gozar del instante sin esta desidia.

Eres faro y refugio, mi musa constante,

de ti, todo lo bueno resulta brillante.

 

Siendo tú la razón de mi ciega existencia,

quiero ser más que hombre: tu fiel trascendencia.

Por ti, aprenderé a ser luz sin quimera,

y en tu lección de amor, seré primavera.