Jaime Alberto Garzón

Zaqueo

En medio del ruido de una ciudad despierta,
donde el brillo del oro los sueños entierra,
un hombre pequeño camina al desdén,
cargando en sus hombros riquezas sin bien.

Sumido en cifras, en frío metal,
ganancias vacías lo arrastran sin sal,
pero hoy, entre sombras, se asoma un fulgor,
un rumor de esperanza, un eco de amor.

El oro en sus manos le quita la paz,
y los ojos lo evitan, como si no está,
pero algo en su pecho empieza a latir,
un ansia de vida, un nuevo sentir.

Se alza en lo alto, en ramas de acero,
como quien busca el final verdadero,
sin miedo ni dudas, su vista elevó,
y en lo alto del árbol, su alma encontró.

“Zaqueo, desciende”, la voz lo alcanzó,
en medio del caos, la verdad lo llamó,
y él, sorprendido, bajó sin tardar,
dejando en el suelo su afán de ganar.
“Hoy entra la luz en tu vida escondida,
el perdón te rescata, te da nueva vida.”
Devolvió lo robado, compartió su ser,
y en ese encuentro, pudo renacer.

Zaqueo aún vive en cada rincón,
en los que buscan redención,
y en cada alma que sube al umbral,
hallando en las alturas la paz celestial.