Bajo el cielo vespertino
El sol se desploma en oro y carmesí,
un lienzo vivo que el día pintó.
Las sombras se alargan, suaves, sutiles,
y el aire murmura historias del ocaso.
Las hojas caen en danza serena,
un vaivén de promesas al viento.
La tarde suspira su última canción,
y la calma viste el paisaje de nostalgia.
Por senderos de luz y penumbra,
el alma se encuentra con el silencio,
y en cada resplandor que se apaga,
la noche teje sueños de eternidad.