MIGUEL CARLOS VILLAR

Llega la nieve

Llega la nieve.

 

 

 

Tímidos copos de nieve

caen con elegancia,

difuminando con su blancura

la colorida alfombra

de un otoño moribundo.

 

El cielo, plomizo y nebuloso

se torna en acuarela

donde la metamorfosis

de las estaciones se esparce

con serena majestad.

 

El bosque, sumiso,

se tapiza de una pureza virginal

que contrasta con el cansancio

de sus hojas marchitas:

Huella de un efímero colorido,

dispuesto abrazar el silencio invernal.

 

Sin embargo,

hay una promesa

latente en la quietud.

Cada hoja parece saber que,

un rayo furtivo de sol

cual fatal despedida,

devolverá la vida

a sus agónicos colores.

 

La Naturaleza diseña un ciclo eterno

donde la aparente muerte

guarda la esperanza

de una anunciada Resurrección.