AL VIVIR EN OTRAS CIUDADES
Al vivir en otras ciudades, he disfrutado por ejemplo
de la noche en una ciudad con río y puerto de mar,
con un cauce ancho y profundo al que no llegaban
las luces de las farolas y donde las aguas bajaban
mal iluminadas y más bien tenebrosas,
y sin encontrar un refugio más o menos seguro,
un lugar confortable al que dirigir mis pasos,
sino solo la noche húmeda y fría, y con un frío
fuera de lo corriente, poco acostumbrado como yo estaba
a la soledad. Y en aquella ciudad sin nombre famoso
los arbustos a mi alrededor crecían
muy por encima del piso de la calzada
y amenazaban con enterrarla
bajo su densa masa de vegetación, con un orden dominante
que yo por completo desconocía,
tan lejos del paseo de los madroños
y del resto de la vida en mi localidad.
Y notaba también que esa noche extraña parecía
especialmente interminable
y que podía perderme y hacerme caer
cualquier mal paso que pudiera dar.
Gaspar Jover Polo