Eres una pausa entre montañas,
un murmullo frío que abriga el alma.
En tus esquinas, donde el día no descansa,
la vida se abre paso, rompiendo la calma.
No hay sol eterno en tu cielo gris,
pero el calor está en las manos que construyen,
en las voces que, aunque se callen,
sueñan un mañana donde todos influyen.
De Ciudad Bolívar al Parque Lourdes,
cada acento teje un mapa que nunca se detiene.
Los cerros ven pasar historias urgentes,
siluetas que luchan, de frente, valientes.
Bogotá, no eres perfecta ni lo pretendes,
eres caos, movimiento, refugio y promesa.
Y en ese frío que cala los huesos,
late un calor que ningún viento dispersa.
Eres nuestro espejo, a veces roto,
pero siempre entero en lo que importa.
Bogotá, ciudad que camina y respira,
con cada paso, nuestra alma respira.