Qué triste pasan los días, la sombra de tu ausencia se
cierne sobre mis horas, como un susurro de viento
que arrastra mis esperanzas.
Pierdo toda razón y me duele el corazón, un eco
de tus risas resuena en mi interior,
cada latido, un recuerdo, cada lágrima un adiós.
Mis ojos se llenan de lluvia, nubes grises en mi cielo
oscurecen, buscando en cada gota los abrazos que me diste.
Y mi alma en ti piensa, en el calor de tu mirada, en los sueños
compartidos, en la paz que tú sembraste.
Caminando por senderos de soledad y de nostalgia,
mi voz se vuelve un lamento que la brisa se lleva lejos.
Pero el amor, aunque distante, es un fuego que no se apaga
y mientras vivas en mi pecho, la esperanza nunca acaba.
Así, en cada atardecer, cuando el sol se oculta y calla,
te busco entre las estrellas, con la fe que nunca se pierde.
Porque aunque triste pasen los días y la vida me haga sufrir,
te llevo siempre en mi pecho, mi razón para seguir.
SimpreTePiensoMadrecita
©Violeta