Por lo sobrevenido
siento en el alma,
una gran desdicha.
A flor de labios
una triste plegaria,
para que la divinidad
equilibre mi energía.
Y al transitar por los
caminos lúgubres y fríos
ella, sea mi guía…
Con longanimidad
supero los grises reveses
que me da la vida,
y el resurgir del ave fénix
es un tatuaje en mi espíritu.