Una melodía de amor y vida
(sonetos alejandrinos y algo más)
…
Cantando al amor
Que canten los poemas canciones eratinas
de amores que florecen con un sentir genuino,
que llevan en su sello perenne y cristalino
las notas amorosas de rimas venucinas.
Que canten sí, que canten en valles y colinas
gorriones y jilgueros su cántico divino
los versos que concentran el toque cervantino
que hechizan y nos llevan en notas peregrinas.
Que cante aquel hermano que siente amor profundo
que lleva en sus entrañas el bálsamo fecundo,
el niño o el anciano de corazones buenos,
que canten fuertemente sus cánticos serenos,
que cante todo el mundo las notas del amor
e inunden a la Tierra con místico fulgor.
Interludio
Amor, cuánta fuerza hay en ti, cuando te presentas, sorpresivo, vestido a tu estilo, de respeto y solidaridad, de unidad y empatía, de generosidad y de poesía. Nunca pierdes la esperanza de hurgar en cada molécula de los corazones y permutar sus gotas, que pudieran estar contaminadas por océanos de diáfanos perfumes, que alteren con su bendito efluvio el amanecer de un nuevo mundo, diáfano, fecundo, amoroso y seguro. Ay, amor, mi verbo omnipresente, razón de mi canto por la vida. Porque amo la vida y vivo para amar, sé que no hay vida sin amor y sin amor, no hay vida.
Canción a la vida.
Cantemos a la vida con nuestras almas buenas
soñando que los sueños sean ruegos de indulgencia
en que vivamos todos la vida con su esencia
de verla y apreciarla en todas sus escenas.
Sentir el respirar, la savia de las venas,
en cándidas caricias que honran la existencia
palpar en los adentros el eco y la presencia
de mirlos y canarios, rosales y azucenas.
Vivir y disfrutar en plácida aventura,
gozar ese regalo con dicha desmedida
de ver y de escuchar su lienzo y partitura.
¡Qué bello es despertar y abrirnos a la vida!
oír bellos clamores que brotan de natura,
poder gozar de ella su gracia concebida.
¡Ventura concedida!
la vida es solo una, hay que saber honrarla,
y en cada situación, amarla y respetarla.
Colofón de amor y vida.
Me pidió que escribiera sobre la luz, la vida y el amor, de pronto, miré a mi alrededor y todo era su resplandor. Mis ojos vieron su amor y con sus manos, me hizo sentir la vida, el resto lo pusieron los besos y las rimas.
Y le canto a la vida y al amor, como lo hacen el jilguero y el ruiseñor. Cuando el alba abre sus cortinas, en los parpadeos de la tarde o, en los arreboles crepusculares. Siempre positiva y agradecida, disfrutando cada instante… hasta el último hálito de vida.