safv166

El arte de la guerra

El primer encuentro fue paz, fue tranquilo, un tenue viento,
calma serena, sigiloso como mi suspiro y mi aliento

estoy seguro, no me notaste, no viste mi andar,
inadvertido como soldado camuflado que evita atacar.

En el segundo encuentro, tus atributos hallé,
tu porte de dios griego, un guerrero me crucé.
Un aura imponente, firme y audaz,
cautivaste mi vista con un solo paso fugaz.

Pero en el tercer encuentro, alguien apareció en mi catalejo.

otro soldado fue quien me atrapó, aunque tenía tu reflejo

Alguien más, por un tiempo, mis tierras reinó,
fue mi alegría, mi pesar, mi cárcel, mi todo,

mi perdición…

 

Sabía que, al final, caería ante ti,

como un soldado que acepta su fin.

Lo supe antes de beber el veneno,

que en cuenta regresiva me lleva a tu intrépido terreno.

Tu presencia es filo que corta el acero,

pocas batallas tan fieras espero.

Esta lucha me pone entre diente y diente,

un combate que arde y quema la mente.

Sé que perderé, pero en la derrota encuentro dulzura,

en caer rendido ante tu hermosura.

¿Quién no querría ceder en tu guerra,

si el enemigo es a quien mi alma se aferra?

 

Y aquí estoy, perdido en tu selva negra, mi gran debilidad,

un paraíso oscuro donde pierdo toda voluntad.

Atrapado, perdido, sin rumbo pero con paz,

como en ningún otro rincón jamás.

Quisiera enredarme en tus densas raíces,

ser presa de bestias y de tu rostro, tus matices

es la trampa que busco, mi cárcel fatal,

la que amo y espero sea mi destino final.

 

Mucho tiempo pasé prisionero en mi propia fortaleza

buscando sonrisas, mermando su tristeza

salvando su caída, jugando al soñador

pero Marco Polo fue solo un explorador,

avisoró tierras, fronteras y viajó a través de un inventado amor.

Sus huellas quedaron, pero nunca mandó,

un batallón sin líder, poco a poco se desmoronó

Tú eres Alejandro, el gran conquistador.

Tus gestas me atrapan, tu gloria me guía,

y bajo tu mando, me someto con alegría

 

De su bota colgaba mi esperanza vana,
pero mi hilo rojo contigo se enredaba.
Si Venecia era su altiva capital,
tú eras mi bastión, mi refugio total.
Una fortaleza que nunca cedía,
aunque su sombra aún me perseguía.
Y mi tragedia más grande, mi cruel condición,
es que ambos tienen un anillo en su mano,
con un brillo que apaga toda mi ilusión.

 

Ahora estoy libre de aquella prisión,
rompí los grilletes, corrí con furor
Ahora lo sé, ya sé dónde ir,
mi norte eres tú, mi razón de clamor
Cuando clara estuvo mi ansiada meta,
tracé el camino con mente completa.
Cuidadoso, meticuloso, planeé mi jugada,
mi estrategia al detalle fue preparada.
Ataqué tus flancos, desarmé tus barreras,
pues todo se vale en el arte de la guerra.
Aún no he ganado, mas logré avanzar,
almenos por la gran puerta pude entrar.