Sr. Martinez

El último otoño

En de los recuerdos, donde el amor solía florecer,  

se alza la brisa suave que susurra el arte de aprender a perder.  

Con manos temblorosas y un corazón enmudecido,  

inicio el arduo viaje de soltar lo más querido.

 

Hace tiempo que el amor ardía, en llamas de ilusión y fervor,  

pero el tic-tac del reloj insiste, advierte, no hay mayor error,  

que aferrarse a las sombras del ayer encadenado,  

dejando que la esperanza pierda su brillo dorado.

 

Camino lento entre memorias, sendero de risas y lágrimas,  

donde cada paso hueco se siente como un puñado de pálidas ánimas.  

Aquella voz que antes resonaba con tanta claridad,  

ahora es eco distante en la vastedad de la realidad.  

 

No es la ausencia lo que duele, sino la permanencia del recuerdo,  

la imagen de lo que fue y ya no será, un sueño que aún enciendo.  

Quizás en este desprender, encuentro mi propia cura,  

descubriendo que al liberar, llego a la raíz de mi estructura.

 

Suelta el peso de las cadenas que atan al fugaz pasado,  

porque en dejar ir, hay un canto que se alza al cielo esperado.  

Las hojas caen en otoño, para dar vida a la primavera,  

así el corazón encuentra su ritmo en esta nueva era.

 

No reniego la belleza que en tu ser se manifestó,  

fue un capítulo lleno de vida, un amor que me transformó.  

Pero el cerrar de esta página no es el fin de nuestro cuento,  

sino el inicio de un tramo sin ataduras, un vuelo al viento.

 

Así, al terminar este poema, con el alma más ligera,  

vuelvo a mí, nuevo horizonte, sin aquella antigua esfera.  

He aprendido que el amor verdadero no se mide al retener,  

sino en la valentía de soltar, y en el coraje de renacer.