Alguna vez yo fui
quien quiso torear la timidez y la culpa
aportándole a sus heridas
blancos rumos de arena
que el recuerdo había ignorado
tal vez con algo de pena.
Puede que se me vea y se note esa vivencia
que me ha hecho cariñoso y también su contrario
exhibiendo mis propios jacobinos
y me alicienta el rozar el goce
de beber su presencia claroscuro.
Yo tengo días de luz y amaneceres taciturnos
y los puedo soportar muriendo en distintos espacios.
Soy quien pretende y quien yo no quiero, aunque puedo
temo la incertidumbre, pero no su sosiego.
Todo se viene y se va
como el aroma del prado
como lo temido y deseado
que atrae y también daña
que parece ser lo que no es y luego llama.
Alguna vez veré mi propia barca
que un viento moverá hacia algún norte
y seré testigo de mi propio epitafio
y víctima de mis propios tormentos.
Tendré de trofeo mis desafíos
y de medalla sus ritos
y grabaré los ríos germinados
en las espigas de algún brote.