Lamento poético
Creyeron que ignorarme sería mi fracaso,
en cambio, yo aquí sigo de pie y sin retraso,
confiando plenamente en Dios, nuestro creador.
No temo a la ignorancia, pues siempre está encubierta
y viene disfrazada tocándote a la puerta
con mano de buen sastre, dejándote peor.
Así, que soy un hombre ceñido de esperanza,
poeta empedernido, matriz de la bonanza,
del tiempo caminante, llamado un aprendiz:
actor sin meridianos, perfil vertiginoso
me dicen los expertos con odio peligroso,
la dádiva maldita, rebelde de raíz.
No temo porque todo se basa en un acecho,
algunos por envidia y otros sin derecho
consumen poco a poco la dicha, un no sé qué...
el árbol que da frutos de pronto es maldecido,
después de alimentarlos lo lanzan al olvido
al ver que las calumnias no pueden con la fe.
No temo y así resumo por bien del estandarte
las cosas que me imberben y cargo con el arte,
dejándole al silencio que actúe por el bien.
¿Pensar es un delito? Pregunto yo y respeto,
sabiendo que tenemos un lado analfabeto;
constate y derivada que fluye de la sien.
Samuel Dixon