Jorge Izquierdo

SOLTAR

 

SOLTAR

 

Eran casi cuatro años

de pura inocencia,

el mundo por descubrir.

La vida le iba mostrando

cada día una experiencia

y esa tarde de domingo

llegó su primera mascota.

Su amor por los animales

nunca estuvo en entredicho.

Quizás sea que la infancia

nos permite estar más cerca,

a medida que crecemos

nos llenamos de artificio,

dejamos de ser naturales.

 

Era, Tom,

un conejillo de Indias;

la ternura y suavidad 

en él cobraban la vida,

-eso mismo transmitía, 

por eso le gustaba tanto-

Con el pasar de los días

la cosa se complicó:

-Situación insostenible,

la cantidad de excrementos 

que aquel animal producía-

Sus padres estaban hartos, 

aquello era un error.

En su afán de libertad

el niño dejaba suelto 

todo el rato al animal

y esa fue su perdición,

así se fraguó el engaño.

¿Acaso no te da pena

tenerlo siempre encerrado?

Estos seres necesitan 

cielo abierto, verdes prados

han de sentirse libres.

Y era tanto el amor

que por su amigo sentía

que accedió sin dudarlo

a liberarlo en el campo. 

Fue una hermosa sensación

sacrificarse por eso.

Buscando su felicidad

no le importó perderlo.

Se fue sin mirar atrás.

Al verlo marchar presentía

su agradeciemiento. 

 

Lo supo poco después,

no pasó una sola noche,

no disfrutó su momento.

¡Se lo comieron las ratas!

 

Y no acaba ahí la historia.

Muy pocos años después

volvió a caer en la trampa.

Al pasar por el mercado,

con su padre de la mano,

se encaprichó de un patito,

le conmovió su orfandad.

Un animal tan bonito

debía ser rescatado

y lo acogió en su hogar.

 

Patuchas, lo comprendió;

ese niño era su madre,

le ofrecía compañía, 

comida, casa, seguridad.

Le seguía a todos lados

a sus pies se le dormía,

la paz que le transmitía

no se pagaba con nada.

Pero el patito creció,

ese ser nació con alas,

volar libre era el destino

y entre paredes cerradas

su vida perdía el sentido.

La amistad de su vecino

le ofreció la solución,

tenía una huerta cercana

con gallinas y demás;

allí podría ser libre

y crecer como es debido.

 

No duró ni una semana

¡El perro se lo comió!

 

Hoy en día tiene un gato

¿Existe animal más grato?

Su esencia es la libertad 

y después de tantos años,

se lo ha dejado muy claro:

debes dejarme a mi aire,

debo poder decidir,

y si me firmas el trato

elijo quedarme contigo.

 

La cosa va de animales,

no se puede comparar,

pero a veces yo me digo

¿Acaso esas mismas leyes

no se pueden aplicar

a nuestros seres queridos?

Noble causa, no lo dudo,

es ofrecer libertad,

si la cosa se complica

debemos dejarles marchar.

Pero queda demostrado 

que no siempre es lo mejor,

a veces hay que quedarse,

pelearlo,

buscar otra solución

por lo que pueda pasar.

Total…

Para irse siempre hay tiempo.

 

                 LUJITAR (8-7-23)