ubik

MUSEO DEL TEMBLOR

La declamación variopinta 

de su enojo

no convencía a nadie,

pura impostura,

temía ver su propia sangre agonizar 

frente a él,

silbante como una cobra,

apunto de hacer saltar 

por los aires su memoria no escrita,

 

bastaba una ventana felina 

para resolverse contra el paisaje 

por aquella jauría de pasos incandescentes 

y llamadas a deshoras,

 

quizás mirar adentro 

fuera la única solución,

pero,  qué interior sería el más adecuado

para combatir este insomnio,

 

agravado por un diálogo interno

en forma de reverberación.

 

Aplastado por la altura de sus pies

no había  un tiesto que devorase mi aliento

para perfumar un cielo transido 

de mendicidad,

 

alarde de un corazón meticuloso

que ya no se necesita 

para la incertidumbre 

de no saber quién sería el caballero

de su escucha,

 

adonde voy 

no puedo ir solo

con la palabra arrojadiza

de una misión

 

si debo apurar el mensaje arcano

que nos arranque de cuajo

las penurias de toda una encarnación.