Leoness

La tarde, de fría niebla

La tarde, de fría niebla

Que serpenteaba por entre

Los cajeros de los bancos, lamiendo

La ranura de la tarjeta de crédito,

Rociando las aceras de pisadas

Llenas, de un crepitar cristalino

Sobre el hielo acumulado,

En una noche cortante, de tenue

Luz condensada sobre

Los ferruginosos fanales,

Doblegados por el peso de

Los pensamientos adormilados

De solitarios viandantes cabizbajos,

Que se protegían del cierzo

Escurridizo, que se abría paso

Por las bocacalles de aquel bulevar,

Enfermizo por la droga y la vergüenza

De unas decisiones lúgubres e

Inhumanas de los ediles pestilentes,

En el ambiente especular de esa nación

Podrida y desmembrada llamada “sociedad”

 

Pero al día siguiente brilla un extraño sol, de nuevo