Nuestra historia se hizo eco, nos dejamos,
construí muros de silencio y sombra,
donde no me siento visto por ti,
Tratando de olvidar quiénes fuimos alguna vez
y nuestros sueños compartidos.
Pero, ¿cómo escapamos de nuestra situación actual?
Me siento flotando en un río caudaloso,
que transporta todo lo que entre en él.
Me di cuenta de que no importa a dónde vaya,
estarás siempre como una parte de mi,
te instalas en cada rincón de mi ser.
Eras mi sol de la mañana,
un faro que guiaba mis pasos.
Aunque intenté empezar de nuevo,
quedan huellas de tu caricias
impresas en mi piel, impresas en nuestra historia.
La distancia se ha convertido en mi refugio,
y al mismo tiempo, en mi prisión.
Pasaron los días, llegaron cumpleaños,
año tras año, entierro a más de nosotros.
Pero la verdad nunca desaparece,
es un eco que resuena a través de la eternidad.
Pensé que estabas olvidada, un sueño desaparecido,
pero en cada respiro, en cada latido del corazón,
la ilusión de quienes fuimos
está entrelazada con quien soy ahora,
entonces el recuerdo se convierte en este poema.
Los colores del recuerdo de tu sonrisa aún pintan mis días,
aunque los caminos nos alejen,
la esencia de tu existencia está viva,
en melodias de amor que nunca callan.
Estrellas, testigos de nuestro compromiso,
me recuerdan que a pesar de que rompimos,
el amor nunca desaparecerá.
Simplemente se transforma,
como cualquier otra energía universal.
Quiero creer que hay un lugar en el multiverso,
donde residen nuestras almas,
siendo estrellas danzantes,
que se reencuentran,
creando la constelación original,
y lo que podría pasar.
La emoción de la distancia
me enseñó a apreciar la profundidad.
Los lazos que nos unen,
aunque nos perdamos,
siempre hay un hilo rojo,
una conexión que sigue apareciendo.
Entonces estoy escribiendo aquí,
para conmemorar lo que fuimos una vez.
Aunque se sienta lejano,
la parte de ti que vive dentro de mí,
como un faro en la tormenta de mi corazón,
guiándome hacia un futuro donde las ilusiones
y los recuerdos brillan como nebulosas,
recordándome que, a pesar de todo,
la distancia emocional no es un final,
sino un nuevo comienzo,
donde las almas aprenden a volar solas
sin dejar de bailar en la memoria de su amor.