Pone el acento prosódico a cada enseñanza, a los oídos de quien sabe acatar. Entenderás que el que escucha necesita hechos para subrayar; ayuda a obstruir el prejuicio.
A quién quiera vernos desnudos, la curiosidad está al mirar el rostro. Tendrá que acusar algún defecto y sentir que somos sumisos, por anelar algún afecto.