Al filo del otoño, cuando el sol declina
la tierra da sus frutos en cálido esplendor.
El aire lleva aromas de gracias y de harina
y el fuego del hogar resplandece en su ardor.
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Reunidos en la mesa, se alzan las oraciones
con voces que agradecen la dicha y el vivir.
Los días que pasaron, las dulces emociones
y el pan que nos sostiene al volver a latir.
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La madre, con sus manos, prepara el sustento
y el padre alza su vaso con fuerza y dignidad.
Los niños, con sus risas, inundan el momento
llenando de alegría la cálida hermandad.
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\"Señor, a Ti elevamos la ofrenda más sincera
el fruto de la tierra y el jugo del amor.
Por todo lo que tienes guardado en tu quimera
te damos nuestras vidas, con fe y con fervor.\"
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La noche trae estrellas que brillan en el cielo
y el viento entre las ramas entona su canción.
El alma se arrodilla, tocada por su vuelo
y danza entre los sueños de paz y redención.
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La mesa queda plena de un pacto que perdura
un lazo que los une más fuerte que el metal.
Y aunque la vida pase y el tiempo se apresura
la gracia aquí sembrada será siempre inmortal!!
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