Nadie ha aguardado tanto por mí.
En ningunas manos he sentido más incertidumbre
que en las frías garras de este guionista.
Y qué pena que se haga llamar artista,
porque en sus manos yace la obra de la desgracia.
En sus silencios mueren la paz y la certidumbre.
En sus luces se apagan otras estrellas,
y en sus cielos infinitos se pierden miradas,
miradas que un día soñaron.
El futuro, mago o brujo,
dios o demonio,
misterio o sapiencia,
prepara en su fuero la siguiente página
con el ayer que nos aquejó,
ese ayer que en algún momento fue \"mañana\".
No tengo certezas sobre este personaje,
salvo que hay en su proceder
una cuota de rara benevolencia,
más una cuota de incomprensible injusticia.
Entonces, me quedo de manos atadas,
contemplando el cielo,
aquel lienzo donde se buscan
vestigios del destino,
pero me encuentro con el frío muro
del futuro, que se establece
con cada segundo,
con cada palabra,
con cada pensamiento.
Es un círculo vicioso.
¡Aguarden!
He descubierto que vivimos atrapados
en un eterno futuro.
El presente es una ilusión.