¡Qué hermoso sería! Ser como esa tortuga,
esa tortuga que casi camina lentamente,
espacio por la vida,
sin temor a equivocarse y dar un paso en falso.
Para no voltearse si alguien la acecha,
esa se esconde,
se resguarda para que nada ni nadie
le haga daño.
Pero a la vez, cuando tiene que alcanzar su objetivo,
caminar rápidamente
hacia el lugar
para lograr lo cometido.
Bello animalito sabio,
inteligente, aunque a uno le parezca que no.
¡Estuvo ya con una coraza!
Impenetrable, que nada la puede dañar.
Esa sagaz, sabe esconderse,
hacer su cueva para guardarse en las épocas invernales.
Autor: Eduardo Rolón