El dinero, mofándose de la dignidad…
Humillaciones de mera desigualdad…
No llores, corazóncito, que yo siempre estaré a tu lado…
Roguemos al Dios del cielo que nunca nos separe…
Toda mi niñez, por faltas de esperanzas,
y mi juventud, marcada por derrotas mal escritas…
Es duro ver cómo su rostro se empaña de desgarros profundos…
Dejar de lado tus derechos por un mal postrero… es inaudito e incomprensible…
Sangre de mi sangre, cual semejanza es pura coincidencia…
Se parece tanto a mí, pero nunca lo conocí…
Realmente no comprendo por qué siempre tropiezo…
En cada respiro monótono que doy…
Río para no llorar, mas al cielo mi anhelo elevo...
¿Por qué nunca me dejas ser feliz?
Ni por mucho que quiero, ni por lo poco que tengo…
La volveré a ver… sonreír…