Mi cielo, mi dulce hombre,
¿por qué te atormentas tanto?
Si mis brazos hoy son tu hogar,
si en mi boca yo guardo tus palabras.
Mis latidos te buscan entre las yerbas cuando el sol esta por esconderse, cuando mi cuerpo comienza a temblar de frío y tú no estás.
Quiero encontrarte, en la cueva donde dices vivir. Pero cada paso que doy, parece alejarme más de tí.
¿Mi luz ya no emana calidez?
¿Mi voz ya no te llama?
Anhelo sentarme a tu lado, y escribirte en la mejilla una caricia, un beso.
Buscarte entre las sombras, aunque tema perderme en el camino.
Hacer eco en mi corazón, para que pueda resonar dónde estés.
Aún si no puedo alcanzarte,
si las sombras me obstruyen el camino,
habré de esperarte en la esperanza,
en el deseo ferviente de abrazarte.
Así huyas de ti, o de mí, de nosotros.
No dejaré que olvides que hay un lugar
dónde siempre serás amado.
Mi corazón será un refugio,
y mis manos un abrigo para tu piel.
No estoy completa si tú no estás.
Pero entiendo si no puedes venir.
Solo, no dejes morir el fuego ardiente
que nace en tu corazón,
cuando pienses en mí.
Aún en tu ausencia, cuidaré mi luz
Si decides volver, mi fulgor estará intacto.