El viento sopla mi rostro, la duda me condena y la nostalgia me asecha.
Entre mi sentimiento y mi rencor hay una pequeña brecha, una tregua.
Lo siento en los huesos como un frío eterno; muriendo voy de hipotermia.
Hago una pausa de mis pensamientos; no logro conectarme con mis sueños.
A veces quisiera dormir sin relojes, sin pensar en el tiempo; despertar no quiero.
El odio sé que no es bueno, pero a ello me aferro; está mal, sé que odiar no debo.
Quiero volver a aquellos días en que mi corazón era cálido; ahora es puro hielo.
En mi interior vivo en un constante invierno, con sus tardes grises y sin consuelo.
Quiero sentir el calor de un cuerpo, un beso tierno, unas palabras de aliento.
Se ha vuelto adulto el niño que llevo dentro; de a poco va muriendo de viejo.
No creo en el cielo, menos en el infierno, lo que sí creo es que todo es incierto.
No se cumplen los deseos; lo de tirar una moneda en la fuente es solo un juego.
Mirarme al espejo no siempre es por vanidad; es para recordarme no volver atrás.
Hay senderos que no volveré a transitar; sobre mi pasado no me apetece caminar.
Me veo entre la fantasía y la realidad; la tormenta que llevo me destroza sin piedad.
Me detengo al costado de la carretera de mis ideas, hago una pausa para pensar.