Otra vez, recuerdo aquel beso, tan torpe, tan necio,
con temblores furtivos, con labios callados,
como si al rozarte, por simple desprecio,
el mundo dudara en quedarse a mi lado.
Fue un beso tembloroso, lleno de miedo,
donde el alma se asoma y luego se esconde;
un instante eterno, furtivo y sincero,
y yo, tan perdido, temblé olvidando mi nombre.
ironía del cielo o truco del viento,
qué tontos los labios, qué tonta mi audacia,
besarte, en mi torpe y febril intento,
me dejó en la boca tu dulce fragancia.
Ese beso, tan frágil, aún vive en mi pecho,
lo guardo en silencio, sin pena ni prisa;
pues en su temblor me dejó el derecho
de amarte por siempre en cada caricia.