Perdido dentro de un juego mental,
estoy en busca de consensos
y zanjando un futuro conflicto.
Como una amenaza contra el espejo,
te quiero para que discutas mi exclusiva persona.
Estás boca a boca, cadena a cadena,
con lo que no quisieras acabar,
con lo único que no quisieras acabar.
Pero es fácil decirlo cuando ya no eres el mismo,
y detrás de cada disfraz, cada prejuicio,
se esconde la prueba de que no lo eres,
y un arranque de fobia colectiva te delata.
La libertad no hace más que probarte,
así que decide por obstruir el fluido.
Entonces es cuando te mantienes en prueba
por algo más incierto que el valor de tu intención.
Soy un completo oportunista,
mi lápiz derrocha cruces sobre el papel.
Tus errores ya no saben igual, una vez probados,
una ironía malentendida,
un puñado de sal en tu lengua,
esperando a que te des cuenta
de que estás en el equilibrio
con tu propia amargura.
Eres la que traza la línea discordante,
y luego se encubre de luto,
deberías acusarme,
deberías hacerlo si pudieras.
Soy el último en reír,
una mutua inquina está siendo señalada,
soy el último en reír.