Es increíble la manera en la que un recuerdo puede atormentar tanto.
No importa lo que sea: una risa, una frase o un momento.
No importa de quién sea: de un antiguo amigo, de un ser querido o un pasado amor.
Lo importante es el despecho que sientes tú en tu interior.
Es imposible borrar de mi memoria el tacto de tu piel,
el calor de tus abrazos e incluso tus ojos color miel.
Es un tormento que tan solo yo puedo entender: el pasar de ser todo a nada carcome completamente mi ser.
Todo esto porque no nos supimos conocer.
Hubiera sido más fácil si tú llegabas a comprender,
pero no te esforzaste y tan solo te fuiste aquel día al atardecer.
Duele tanto pensar en lo que pudo ser;
si tan solo yo hubiese sido honesta desde la primera vez,
quizás todo sería al revés
y estaríamos disfrutando del otro con amor de cabeza a pies.
Es horrible que tus ojos pasaran de ser inspiración a ser mi más grande dolor del corazón.
Odio el sentimiento que produce esta gran desolación;
odio el no querer olvidarte y, aun así, estarlo haciendo,
porque ni rogándote una vez más valdría la pena el intento.
Al final, aquí se acaba el cuento y arde por dentro,
pero tal vez tengamos un hermoso reencuentro.
Tengo esperanza de que pase eso,
si estamos hechos el uno para el otro,
el universo se encargará del resto.