Los matices
de la vida son sin igual,
una sinfonía
de colores que se funden,
atardeceres,
amaneceres, anocheceres,
un lienzo infinito
que nunca se repite.
En la pared,
un pincel traza matices,
que enaltecen lugares,
habitaciones, rincones,
juegos de luz y sombra,
contrastes que embelesan,
colores que se mezclan,
variedades que fascinan.
El claroscuro,
como la vida misma,
blanco puro,
el despertar de la inocencia,
verde esperanza,
que brota con fuerza,
rojo pasión,
que arde con intensidad.
Celeste el firmamento,
sin nubes en el cielo,
el mar se extiende
en un azul infinito,
pinceladas que danzan,
creando matices,
un cuadro de la vida,
bello y cambiante.
A veces triste,
a veces alegre,
pero siempre un cuadro
que nos conmueve,
la majestuosidad
de los matices,
y sus infinitas variedades,
un reflejo de la vida,
una pintura llena
de matices,
que nos recuerda
la belleza de la existencia,
en cada pincelada,
un nuevo comienzo.
Autor: Eduardo Rolón